November 11, 2013 Mike Kelley @PS1 / La memoria colectiva del abuso Mike Kelley – Deodorized Centrall Mass With Satellites. Foto de Leila Jacue Publicado en SalonKritik “[…] Las estatuas invitan a la violencia. Como el vampiro, desean una muerte violenta para aliviarlas del pathos proyectado por el espectador de su pseudo-vida”. Mike Kelley, Playing with Dead Things: On the Uncanny La mayor exposición del artista hasta la fecha está teniendo lugar ahora mismo en el MoMA PS1 de Nueva York, organizada por el Stedelijk Museum de Amsterdam. Para quienes no lo conozcan, el edificio del PS1 es una antigua escuela pública, en esta ocasión las tres plantas se encuentran totalmente ocupadas por sus obras –en el que quizás sea el mejor espacio imaginable para ellas. Se trata de una de las exposiciones más importantes de la temporada. Mike Kelley empezó su carrera en los 70, una época y un contexto en los que, como artista visual, se encontraba atrapado entre el formalismo greenbergiano y la reducción objetual del minimalismo y el conceptual. Sin embargo, él no encajaba en ninguna de estas dos visiones. El artista estaba más allá de la supuesta verdad de los materiales de Greenberg y más cerca de las ideas y de los efectos que lo visual produce en el sujeto, pero no estaba dispuesto a abrazar ciegamente lo “inmaterial” y renunciar al objeto. Al contrario de lo que se pueda pensar la obra de Kelley no es autobiográfica. Es cierto que creció en un momento de crisis económica y de perspectivas poco optimistas que le hicieron gravitar hacia el derrotismo punk y una estética cruda, pero según él mismo ha reconocido nunca sufrió abuso alguno, que fue lo que todo el mundo leyó en su obra cuando comenzó a trabajar con peluches. Fue durante ese periodo cuando, preguntándose sobre el sentido de su trabajo, llegó a la conclusión de que en realidad no estaba hablando sobre su propio abuso sino sobre uno que subyace en nuestra memoria colectiva. Para Kelley, los objetos además de ser simples formas, son productos que definen las estrategias de una cultura dominante y hablan sobre nosotros en tanto que colectivo sometido a dicha cultura. El modo en que nos aferramos a ellos es indicador de un modo de trauma en tanto en cuanto funcionan como pacificadores de la conciencia. Pero no sólo los objetos, también los rituales son una forma de escapar o de protegernos simbólicamente de formas de abuso colectivo. En este sentido la obra de Kelley es abstracta, no se centra en un solo caso sino que, a través de reconstrucciones ficcionales, refleja la memoria colectiva constituida por casos mediáticos particulares de exclusión, agresión, terror -de abuso en última instancia. Casos extremos que a menudo hacen el camino de vuelta a lo social en forma de manifestaciones creativas: lo onírico, lo obsceno, lo absurdo, lo fantástico… presentándose como síntomas pero también como metáforas de varios efectos ideológicos y políticos. Muchas veces se ha hablado de lo siniestro (the uncanny) en su obra, de los aspectos freudianos de lo familiar convertido en pesadilla. Kelley expone que la familiaridad del abuso asumida como única realidad genera estereotipos, los ganadores y perdedores sobre los que se apoya nuestra sociedad. Es cierto que la sociedad americana está en la base de su investigación puesto que es la que mejor conoce, pero de algún modo es extrapolable por tratarse de un espejo de la cultura popular postmoderna que el propio artista detestaba pero con la que trabajó, y la cual intentó desmontar o de alguna manera reconfigurarla. La exposición representa de un modo exhaustivo esta reconfiguración de la cultura popular generando espacios y ambientes escalofriantes, desprovistos de la falsa máscara del entretenimiento. Una visión compleja y descarnada del abuso colectivo de la cultura popular y sus formas de dominación que constituye la obra de un autor imprescindible, considerado uno de los artistas más influyentes de nuestra generación. Arte Crítica Cultura SalonKritik Mike KelleyMoMAPS1The Uncanny