June 26, 2014December 20, 2019 El arte del crítico Si la obra de arte es un sendero, la crítica lo cruzará; si es un abismo, lo vadeará. La crítica es una estrategia de avanzadilla en la comprensión y uso de las obras de arte. Hartos estamos ya de las opiniones, sobre todo de las que estancan la lectura. Hartos también de las descripciones innecesarias, de las vagas referencias a otros autores, escuelas y obras y, sobre todo, de la complacencia y corrección política, de las expresiones edulcoradas y edulcorantes, delicias de lo insignificante. La crítica no se hace desde el punto de vista del espectador, sino en contra de su perspectiva inmóvil. Es una expresión de una forma (o de varias formas complementarias) de vivir las obras de arte, no de reconocerlas. Es un “así uso yo esto para vivir”, que equivaldría, si fuésemos caníbales -según la analogía de Walter Benjamín: “La verdadera crítica aborda la obra con la misma ternura que un caníbal se guisa un lactante”- a un “así me guiso yo el lactante”. Abordo una obra para criticarla. En este movimiento ya está implícito el interés de la obra como fenómeno, cuya significación y alcance analizo. Lo que no interesa, lo que no dice, lo que no conozco, no es para mí objeto. Si bien un buen crítico ha de estar informado, este no es un requisito per se. La crítica es táctica pero también es placer. El crítico que elude intencionadamente el placer que le proporciona la obra, la encierra en un marco de análisis político que no es siempre necesario para extraer sus propiedades liberatorias. “El arte del crítico in nuce: acuñar consignas sin traicionar las ideas” W. Benjamin. La labor de la crítica es la de enfriar la obra de arte que es demasiado cálida y por tanto demasiado complaciente y de calentar aquellas demasiado cool, demasiado frías e inocuas. Pone así a prueba la integridad de la obra, el modo en que ésta se sostiene en pie por la pura voluntad de su autor. No es el artista entonces el que ha de ser íntegro para la crítica sino su obra. Es indudable que la trayectoria de un artista crea códigos que permiten leer la obra atendiendo a la complejidad de un campo experimental expandido. Si el artista o el comisario o el galerista… ostentan esa capacidad para poner un principio y un fin del significado, para delimitar el objeto que “se ha de leer”, el crítico también puede y debe hacerlo. Es así como legitima su papel activo y no como simple receptor que asume órdenes de significado. Como crítico delimito un problema, no las soluciones formales que se me presentan. Un buen crítico busca el lenguaje que explique el movimiento de la obra, su despliegue en la conciencia. No necesita recurrir a expresiones ni a tonos lingüísticos estereotipados. Lo único que debe de exigírsele es que mida la intensidad de su ejercicio de riesgo conceptual con el de la obra. David García Casado aka. David Loss Publicado originalmente en SINO (Diario. Gijón) Arte Crítica BenjamincriticaCríticos