January 1, 2022 AYUDA Llega un nuevo año, y quizá signifique bien poco en realidad, un día más, con la importancia o cotidianidad que se le quiera dar. Pero es indudable que a nivel simbólico la llegada de un nuevo año nos sirve para hacer balance de hitos y de errores, nos devuelve la ilusión de situarnos en la primera casilla, de que el juego de alguna manera empieza de nuevo. “El principio del fin”, que dirían algunos… Pero todo principio es un recordatorio del fin (solo puede haber principio si hay fin), un recordatorio de que nuestro tiempo es limitado. El tiempo se agota, pero ¿el tiempo para qué? Si cuando se llega a la última casilla, el último día de nuestras vidas, todo se pierde, todo se esparce, todo se desvanece, no hay nada que podamos retener, entonces para qué nos afanamos en acumular recuerdos, imágenes, bienes, dinero,, conocimiento, si nada de eso perdura una vez muertos. Se puede llegar a pensar que lo que vamos acumulando en nuestra vida beneficia a quienes nos rodean pero ¿es eso cierto? ¿En qué medida lo que acumulamos se usa para beneficiar a quienes nos rodean o más bien para ejercer un cierto poder sobre ellos? Podemos admitirlo, no pasa nada, solo nos importa el bienestar de los que nos rodean siempre y cuando ese bienestar nos incluya, siempre y cuando tengamos alguna garantía de que cuando menos seremos recordados – como seguramente lo harán nuestros familiares y amigos (si es que aun los tenemos) una vez que hayamos muerto. Es parte del contrato de ayuda, la proporcionamos siempre que exista al menos esa contrapartida, un mínimo compromiso de recordatorio, un velarnos (un ser veladura). Por otro lado, o quizá debido a eso, durante toda nuestra vida somos islas rodeados de un océano de incertidumbre. Buscamos ayuda desesperadamente en las cosas que irremediablemente estamos condenados a perder: nuestra salud, amor, dinero, conocimiento… Incluso la “autoayuda” tiene una sección propia en las librerías y tal vez sea esa una de las pocas admisiones que hagamos de nuestro grado de soledad. Necesitamos ayuda y creemos que la podemos obtener por nosotros mismos. Buscamos, buscamos y buscamos ayuda, por todas partes, desesperados. Google es nuestro nuevo ayudante personal, aunque no deja de ser un repositorio de los testimonios de millones de personas desesperadas por encontrar ayuda. Admitir que buscamos ayuda, que estamos absolutamente desesperados por recibir ayuda puede que sea un buen punto de partida para afrontar un nuevo año. Primero porque sabemos que por diferente que sea la situación en la que nos encontremos todos los seres estamos en esa encrucijada. No solo los habitantes del “tercer mundo”, o los pobres, o los inmigrantes, no solo quien sea al que asignemos una posición de vulnerabilidad o carencia. Todos nosotros y nosotras somos vulnerables y tenemos miedo. Miedo a morir, a perder nuestros bienes, nuestra salud, nuestro físico, a que no nos recuerden… Todos necesitamos ayuda. Feliz Año Nuevo. MRLOSS